"Buenas tardes, Sus Majestades los Reyes de España, Sus excelencias; Compañeros editores y periodistas; Damas y caballeros,
El COVID-19 nos ha robado a todos nuestra libertad.
Ahora somos incapaces de movernos por el mundo tan libremente como acostumbrábamos. Y es por ello que, muy a mi pesar, estoy aquí en Singapur, hablándoles desde nuestra redacción, incapaz de acompañarles en España.
Incluso en casa, no podemos reunirnos con amigos y familiares como nos gustaría para darnos las manos y abrazarnos, sin mascarillas, y sin miedo a que podamos contagiar o ser contagiados.
Junto con el coronavirus, se ha desatado otra pandemia, la de la desinformación y las noticias falsas.
En el proceso, nuestras audiencias y comunidades se han encontrado con dificultades para saber si pueden creer en aquello que leen, e incluso en aquello que ven. Y a medida que el impacto económico de esta crisis sin precedentes se manifiesta, nuestras salas de redacción se ven privadas de los ingresos y recursos necesarios para su funcionamiento.
El resultado: los empleos, el medio de vida de los trabajadores y, en algunos casos, incluso la propia existencia de las salas de redacción se han visto en grave peligro.
Mientras tanto, populistas, racistas, déspotas y demagogos marchan en algunas partes del mundo, enardecidos por la ansiedad y la confusión de los tiempos que corren. Como dijo W.B. Yeats: "Las cosas se desmoronan, el centro no puede sostenerse; los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad".
Y frente a estas presiones, muchos en los medios de comunicación están encontrando su capacidad para operar "cercados, restringidos y confinados", por tomar prestadas las palabras de Shakespeare.
La amarga ironía es ésta: nunca antes nuestras audiencias se habían dirigido a nuestras salas de redacción en tales cantidades y con tanta necesidad de información creíble y fiable que les ayudara a comprender la evolución de los acontecimientos, a separar los la realidad de la ficción y a descubrir cómo protegerse a sí mismos, sus familias, su sustento y sus propias vidas.
Nunca antes el trabajo de las redacciones, los profesionales y los medios de comunicación creíbles ha sido tan vitales para la salud y el bienestar de nuestras sociedades.
Como periodistas y editores, tenemos que tener coraje, tenemos que perseverar y mantenernos en pie frente a los retos y adversidades. Por lo que considero que es apropiado que hoy nos unamos para honrar a una de las nuestras y su asombrosa historia de coraje y tenacidad.
Ante crímenes inenarrables, el sufrimiento personal y la humillación, se negó a ser amedrentada y silenciada. Sigue investigando y denunciando la corrupción, el abuso de poder y la violencia contra las mujeres y los periodistas.
Estoy refiriéndome, por supuesto a nuestra ganadora de la Pluma de Oro de la Libertad de este año: Jineth Bedoya Lima
El 25 de mayo del año 2000, mientras investigaba la presunta venta de armas entre paramilitares y funcionarios del Estado, para su periódico, El Espectador, se personó en la célebre cárcel de La Modelo en Bogotá, para una entrevista.
Era una trampa.
Así es como ella cuenta lo que pasó en varias entrevistas:
"Cuando llegué a la entrada de la cárcel, una mujer me preguntó si yo era la periodista. Estaba a punto de responder cuando un hombre vino, puso su brazo alrededor de mi cintura, una pistola a mi lado, y dijo que me mataría si no empezaba a caminar.”
"Me ataron de manos y pies, me vendaron los ojos y me metieron en un camión. Condujimos durante mucho tiempo. “
"Me llevaron a un almacén donde había otros hombres.”
"Y fue entonces cuando empezaron a torturarme.”
"Me golpearon, me dieron patadas en la cabeza, en el cuerpo, en el estómago, en las piernas.”
"Me dijeron que la prensa era mala en este país.”
"Presta atención. Estamos enviando un mensaje a la prensa.
"Y me golpearon. Me agarraron del pelo. Me violaron."
Después de un tiempo, Jineth fue llevada a otro lugar donde fue abandonada, desnuda, a un lado de la carretera.
Aunque parezca sorprendente, dos semanas después de esta traumática experiencia, estaba de vuelta en su puesto de trabajo en la redacción.
No dijo nada y volvió a la carga, cubriendo crímenes y delitos menores en Colombia, como había hecho antes.
Sin embargo, en su tiempo libre comenzó a hablar con otras mujeres que habían sufrido experiencias similares, "por mis propias necesidades y circunstancias, no por mi trabajo", dice.
Tres años después, en 2003, esta vez mientras trabajaba para El Tiempo, cuando viajaba con un fotógrafo para reunirse con miembros de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue secuestrada de nuevo y retenida durante ocho días.
"Nos secuestraron, nos retuvieron, esta vez no nos violaron, sino que nos humillaron y nos golpearon", dice.
Durante seis años más, Jineth continuó su trabajo como periodista, pero apenas dijo una palabra sobre lo que le había sucedido públicamente.
Finalmente, en 2009, decidió romper el silencio.
Así es como explica el porqué, en una entrevista con el Guardian:
"Había conocido a tantas mujeres que habían tenido experiencias similares a las mías, pero el estado no reconocía estos crímenes. Nadie quería investigarlo, ni siquiera hablar de ello. Cuando quise seguir con mi propio caso, y contacté con el hospital de la policía para obtener las pruebas, todo había sido destruido".
Ese año, lanzó la campaña "No Es Hora De Callar" para denunciar la impunidad habitual y sistemática en los casos de violencia sexual dentro Conflicto armado interno de Colombia.
Tres largos años después, en 2012, la Fiscalía General de la Nación de Colombia finalmente reconoció que su tortura y agresión sexual constituían un delito de lesa humanidad.
En 2016, fue nominada para el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en defensa de los derechos de las mujeres y contra la violencia de género y la impunidad en Colombia.
En un fallo histórico en 2019, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) responsabilizó al Estado colombiano por los actos cometidos contra ella hace casi dos décadas y remitió su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En abril de este año, Jineth fue galardonada con el Premio Mundial de Libertad de Prensa UNESCO-Guillermo Cano 2020.
Su lucha por la justicia, tanto la suya como la de las mujeres de todo el mundo que han sufrido violencia sexual, continúa, al igual que su trabajo como periodista en El Tiempo, donde ahora es Subeditora.
A menudo, cuando los cronistas le preguntan cómo sobrevivió a esos oscuros días de cautiverio y tortura, y cómo siguió adelante, sus respuestas han sido claras y consistentes: "No seré silenciada; elijo sobrevivir, seguir ejerciendo el periodismo".
En un momento en que los periodistas, las mujeres y las minorías están bajo una amenaza tan grande de violencia, opresión y discriminación, en tantos lugares del mundo, el coraje y la convicción de Jineth Bedoya Lima, es una fuente de inspiración. Haremos bien en recordar sus contundentes palabras - "No seré silenciada; elijo sobrevivir, seguir ejerciendo el periodismo" - y encontrar el consuelo y la fuerza necesaria en ellas.
En los difíciles días que se avecinan, mientras seguimos luchando contra Covid-19, debemos reconstruir y revitalizar nuestras desoladas redacciones. Tenemos que encontrar nuevas vías para sostenerlas y lograr que sigan funcionando, "para elegir sobrevivir, para seguir ejerciendo el periodismo", en beneficio de las comunidades a las que servimos.
Sin embargo, por muy desalentadores que sean los desafíos que nos esperan, con el tiempo la pandemia pasará.
Pero para algunos de nuestros colegas de todo el mundo, el azote de la violencia y la intimidación, los arrestos y asesinatos de periodistas y los descabellados intentos de socavar la credibilidad de nuestros periodistas y salas de redacción - continuarán. En lo que llevamos de año, otros 17 de nuestros colegas han sido asesinados mientras hacían su trabajo en lugares como México, Siria, Iraq y Afganistán.
Lamentablemente, no existe una vacuna contra la corrupción y el abuso de poder, el racismo, la violencia sexual, el populismo y la demagogia. Una de las formas esenciales de inmunizar a nuestras sociedades contra estos males que persisten, reside en promover la apertura, la integración y la comprensión, adhiriéndose la verdad y los hechos en pro de la justicia, la objetividad y el equilibrio. En otras palabras, protegiendo el buen periodismo.
El 28 de septiembre celebraremos el Día Mundial de la Prensa. Unas 100 redacciones en todo el mundo se unirán para presentar el trabajo de sus profesionales, el impacto que tienen y las diferencias que marcan en la salud y el bienestar de nuestras sociedades.
Contaremos las historias de los muchos valientes, hombres y mujeres en todo el mundo que ante las incesantes presiones legales o comerciales, físicas o mentales, reales o virtuales, de los Estados o de los individuos, afirman una y otra vez como Jineth, "no seremos silenciados; elegimos sobrevivir, seguir ejerciendo el periodismo".
Al hacerlo, todos encontraremos el coraje, la esperanza e inspiración de la vida y la obra de nuestra ganadora de la Pluma de Oro de la Libertad 2020, la Sra. Jineth Bedoya Lima."
Warren Fernandez
Biografía