Si la televisión pública fuera el único indicador de la opinión electoral, el candidato de la oposición, Henrique Capriles, habría abandonado la campaña hace meses. La cobertura que los medios públicos hacen del Presidente titular, Hugo Chávez, ha eclipsado la de su contrincante. Los medios públicos han sido progresivamente transformados en nada más y nada menos que una máquina de propaganda pro-chavista. Y ello pese a las estrictas regulaciones que limitan a tres minutos diarios la aparición de cada candidato en televisión. La última que se atrevió a enfrentarse al Gobierno, Globovisión, tuvo que pagar más de 2 millones de dólares para frenar el embargo de sus bienes impuesto por una decisión de la Corte Suprema que, como muchos creen, podría tener que ver con la postura crítica del canal televisivo. A pesar de ello, el canal ha abiertamente apoyado a la oposición.
“La campaña electoral ha estado marcada por dos tendencias,” explica Marianela Balbi, directora ejecutiva del Instituto de Prensa y Sociedad Venezolana (IPYs). “Acoso e intimidación a los medios a través de un grave aumento de los ataques a la libertad de expresión –que gozan de un inquietante nivel de impunidad– y flagrante abuso de los medios públicos en detrimento del candidato de la oposición”.
Sin embargo, cada vez hay más venezolanos reacios a aceptar la constante corriente de propaganda que ha caracterizado los 14 años de mandato del Presidente Chávez. Discursos interminables y una continua puesta en escena de los nuevos logros del Gobierno le han permitido hacer alarde de las reglas de cobertura y convertirse en una figura casi omnipresente en los medios de radiodifusión. Las consecuencias de la creciente inseguridad, la crisis económica, la extendida corrupción en la administración y la falta de inversiones en infraestructura han hecho mella en su visión del ‘socialismo del siglo XXI’.
De acuerdo con Marianela Balbi, en las últimas semanas se ha producido un cambio perceptible en los ánimos. Los sondeos electorales, en su mayoría llevados a cabo por fuentes afines al Gobierno y claramente inclinadas hacia él, han demostrado en todo momento no ser capaces de revelar la auténtica naturaleza de las intenciones de voto. “Nuestra impresión es que existen numerosos votantes que, por inseguridad, miedo o renuencia a hacer pública su preferencia, son parte de una nueva tendencia que los sondeos no consiguen cuantificar: los ‘indecisos’, como han dado en llamarse”, dice Balbi. Esto significa que estos comicios van a estar más reñidos de lo que pronostican las encuestas.
A pesar del llamamiento general de Capriles a respetar las libertades democráticas, ningún político ha abordado directamente el tema de la libertad de expresión en su retórica electoral. Si saliera victorioso, el candidato de la oposición ha declarado que renovaría la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), prohibida por Hugo Chávez en 2007 por su presunta implicación en el golpe de estado de 2002. Por lo demás, el discurso ya habitual de los medios afines al Gobierno de difamación abierta de la oposición y marginalización de la prensa independiente ha sido una realidad cotidiana para la campaña de Capriles.
A nivel nacional, las amenazas a la libertad de expresión están aumento. IPYs registró 173 violaciones de la libertad de prensa entre enero y septiembre de 2012, comparadas con las 94 que se registraron en todo el año 2011. El 58% de estas agresiones fueron perpetradas por agentes estatales, siendo las áreas más violentas Caracas y la provincia de Barinas.
Briceida Morales, corresponsal de IPYs en Barinas, confirmó que los últimos ataques han aumentado la tensión en torno a los comicios. “El asesinato de dos activistas del Comando Venezuela (el equipo de campaña de Capriles) se ha vinculado a seguidores de Chávez, lo que ha potenciado el descontento local”, apuntó Morales.
Los medios independientes en el estado natal del Presidente Chávez son particularmente vulnerables. El Gobierno de Barinas, en manos del hermano del Presidente, Adán Chávez, ha intimidado y acosado de forma sistemática la radio, televisión y prensa escrita fuera de su control. Juan Omar Arévalo, fundador de La Verdad de Barinas, puede dar testimonio de ello: en mayo de 2012, Arévalo –entonces columnista del diario La Prensa y conocido por denunciar continuamente la corrupción de los oficiales del Gobierno– se vio forzado a dejar el diario después de que miembros de la Administración se reunieran con el hijo del propietario del diario. “Cuando Adán Chávez llegó al poder en 2009, se le retiró a La Prensa la publicidad oficial y todas las entrevistas e informaciones de los representantes del Estado”, explicó Arévalo. “El Gobierno regional está dispuesto a aplicar medidas financieras de presión para imponer obediencia a los propietarios de periódicos”.
Las medidas de censura más sutiles o indirectas han tenido el mayor impacto sobre los medios regionales que están sometidos al poder arbitrario de los representantes del Ejecutivo. Sus feudos privados son una consecuencia directa de la extendida corrupción que la revolución de Chávez no ha sido capaz de erradicar. Sin embargo, las presiones económicas no han relevado enteramente a formas mas directas de intimidación, como los ataques físicos: el 12 de septiembre, IPYs confirmaba un ataque al fotógrafo de Agence France Presse Geraldo Caso Bizama. Simpatizantes del Gobierno vestidos con camisetas rojas golpearon al reportero y le robaron la cámara mientras este esperaba a Henrique Capriles en el aeropuerto de Puerto Cabello, en el estado de Carabobo.
Sin embargo, en cierta medida, el PSUV ha reconocido que su imagen publica será un factor importante en el resultado del domingo. Miguel Henrique Otero, editor del diario El Nacional, cree que el Gobierno se está cuidando al evitar persecuciones a periodistas independientes, al menos de forma directa, durante el período electoral. Algunos interpretan esto como un indicador de cuán apretado será el voto. “Están intentando evitar que se les atribuyan ataques físicos o procedimientos fiscales que pudieran originar protestas y dañar su imagen durante la campaña. Incluso los juicios en curso se han aplazado hasta después de las elecciones”.
No obstante, esto no significa que el Presidente Chávez haya relajado su opinión sobre la prensa independiente: “Si en algún momento la menciona, es para denigrarla o para denunciar que los periodistas son en realidad agentes de la CIA”, explica Otero.
El desequilibrio en la cobertura de los medios públicos –especialmente televisión, que tiene una penetración mucho mayor pero, curiosamente, menos audiencia comparada con la televisión privada– tendrá sin duda una importante influencia sobre todos aquellos a los que el Presidente Chávez ha desilusionado. Esto es menos probable entre los millones de devotos chavistas, pero será en los distritos electorales de los ‘indecisos’ donde se ganen o se pierdan las elecciones. Aquí es donde la oposición espera que la flagrante y sistemática absorción de medios públicos por parte de la propaganda del Estado ceda por fin el puesto a una prensa crítica, que reclamará sus derechos y preparará el camino hacia el cambio.
“Nos enfrentamos a un singular híbrido de dictadura que disfruta jugando con elementos democráticos”, afirmaba Teodoro Petkoff, director del diario nacional Tal Cual, en Caracas. “Los partidos políticos existen pero se han visto debilitados por las leyes de Chávez. No hay una censura previa a la publicación, pero los medios se enfrentan a un acoso constante… No tenemos miedo y, junto a otros medios críticos, como El Nacional y El Universal, hemos demostrado que tenemos margen de acción”.
El domingo, los defensores de la oposición y los medios independientes en igual medida esperan que este margen se convierta en la mayoría y que con él, la libertad de expresión en Venezuela establezca los criterios para un nuevo modo de democracia.
Andrew Heslop
Investigación y entrevistas: Rodrigo Bonilla
Traducción: Irene Martínez
Este artículo fue publicado en inglés bajo el titulo "Democracy Foretold"