«Esto demuestra que se ha producido un cambio generacional y simboliza el camino de un país aislado como es Cuba hacia el siglo XXI», afirma.

Sin embargo, añade, esta esperanza se refiere más al futuro que al presente, ya que el acceso a Internet del cubano medio es extremadamente limitado.

El Gobierno tiene que aprobar cualquier compra de ordenadores y sólo los turistas pueden conectarse desde los hoteles o los pocos cibercafés existentes ―por un precio considerable en dólares. Los altos cargos del régimen tienen conexión a Internet, pero no pueden utilizarlo libremente: en todo momento se controla el uso que hacen de él y numerosos sitios web están bloqueados.

A causa de las restricciones, resulta difícil cuantificar el movimiento blogger en Cuba, de modo que sólo se puede contribuir a los sitios web que operan fuera de la isla.

Según afirma García, los bloggers tienden a centrarse en problemas sociales como la pobreza: «Los bloggers cubanos no son una oposición fuerte. No están organizados; simplemente luchan contra la asfixia que sufren los cubanos».