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13085

Erik Bjerager, jefe de redacción y director general del diario danés Kristeligt Dagblady Marcel van Lingen, director y redactor jefe de la asociación de prensa neerlandesa GPD, son el presidente y el vicepresidente del World Editors Forum (WEF), respectivamente.


La libertad de prensa tiene que ser aprendida

Los hoteles más baratos, el mejor sushi, las vacaciones más ecológicas y la más lujosa línea aérea. A todos nos encantan esas cosas. Hacemos listas de las alternativas más atractivas para visitar un país extranjero u otro. Confortablemente sentados ante un ordenador inexpugnable y en nuestro seguro entorno privado, elegimos el destino para unas vacaciones familiares o una pequeña escapada de fin de semana.

Una de las listas que no forma parte de esas gratificantes consideraciones, una que solemos pasar por alto también cuando decidimos si viajar al extranjero por motivos profesionales, es el barómetro anual que mide el nivel de libertad de prensa de cada país.

No, este año no vamos ni a Finlandia (el claro ganador en el primer puesto de la lista), ni a Nueva Zelanda (en un respetable puesto número once), sino que nos vamos –sin el menor recelo– a un maravilloso complejo hotelero en Malasia (una nación bastante relegada en el ranking: puesto 141 de 196). También visitamos alegremente Vietnam (177) o incluso China (181), dado que su cultura parece dejar un recuerdo indeleble en todo el que la visita. Y, por cierto, también nos hemos planteado ir a Corea del Norte, farolillo rojo en el puesto 196, pero está prohibido entrar en el país.

Para el entorno profesional en el que se mueven los miembros de WAN-IFRA y del World Editors Forum (WEF), esta clasificación es un indicador de libertad y democracia, y sirve fundamentalmente como referente comparativo para los estados en los que los periodistas pueden operar libremente sin tener que temer presión u otras consecuencias. El ciudadano medio bien situado, sin embargo, ese ciudadano con el dinero necesario para irse de vacaciones a lugares exóticos, no hace sino encogerse de hombros ante esta lista; puede que la prensa en Malasia no goce de mucha libertad, pero hay unos destinos turísticos extraordinarios, por no hablar del excelente servicio que en ellos se disfruta.

Y con todo, tal clasificación ha de llevarse a cabo año tras año. Efectivamente tratamos de hacernos una idea de qué países son los más atractivos, porque queremos saber que todo cuanto leemos, oímos y vemos, sea cual sea el lugar elegido, es cierto, no ha sido manipulado deliberadamente, está libre de intereses comerciales y ha sido elaborado sin represión o cualquier otro tipo de restricciones.

También porque nos proporciona la certeza de que quienes han recabado y presentado la noticia están ilesos y no han sido víctima de amenazas físicas y psicológicas, y de que, en la medida de lo posible, los datos ofrecidos son veraces. Podemos contar, además, con que la clase política responsable de los países que siguen al final del ranking tiene mucho de lo que dar cuenta. ¿No es trágico tener que mantener un comité internacional que controle el número de periodistas que son encarcelados o desaparecen sin dejar rastro? Sólo por haber escrito, narrado o filmado lo que estaba sucediendo. Actualmente no son sólo los dictadores los que infligen daños incalculables a la libertad de prensa; también el crimen organizado en todo el mundo reacciona con violencia a la atención no deseada por parte de los periodistas.

El lema del Día Mundial de la Libertad de Prensa, ‘El silencio mata la democracia, pero una prensa libre habla’, es claro en su simplicidad y al mismo tiempo, extremadamente complejo. Hay que aprender a hablar escuchando con atención, y sobre todo, practicando con asiduidad. Además de hacer todo cuanto está a su alcance para apoyar el desarrollo de la libertad de prensa en general, el WEF pretende favorecerla de forma activa utilizando todo el conocimiento y la ayuda disponible.

Desconfíe de los que prometen que la libertad de prensa ‘pronto’ será un hecho en los países que ocupan los últimos puestos de la lista mencionada. Desconfíe de los dictadores que, ante la presión internacional, aseguran estar haciendo todo lo posible para garantizar la libertad de prensa.

Y desconfíe también de los periodistas que se proclaman capaces de llevar a cabo la transición a la prensa libre en un solo día. Y es que la libertad de prensa tiene que ser aprendida.

Hay que aprender a decir la verdad, a escribir datos que quizás difieren de los que creíamos ciertos en otro tiempo, a plasmar opiniones nuevas en el mundo del periodismo; y hay que aprender a no tener miedo de ofrecer a los oponentes una tribuna desde la que hablar. Sólo así nos podemos denominar representantes de la prensa libre.

 

Fuente: World Editors Forum y WAN-IFRA

Editoriales

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Autor

Alison Meston's picture

Alison Meston

Fecha

2010-04-01 11:12

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Pese al reconocimiento de sus derechos en las convenciones nacionales e internacionales, los periodistas siguen a menudo expuestos a graves peligros por el mero ejercicio de su profesión, afanados en contar lo que ven y en el firme convencimiento de que la verdad es el fundamento de una democracia sana. Lea más ...